Ya escribimos hace tiempo un artículo desmitificando cuestiones relacionadas a La primera vez, abordando diferentes problemáticas que afectan a todos los sexos y que puedes leer AQUÍ. También desde la sexología se suelen publicar artículos donde se enfatizan cuestiones tales como evitar el dolor, o anteponerse al estigma asociado en el caso de las mujeres. Pero los hombres, también están expuestos a una serie de complicaciones que no suelen recibir tanta atención y son importantes durante la primera vez.
¿Qué es la primera vez?
Para empezar, vamos a cambiar los esquemas: la primera vez no es llegar a la penetración como si fuese llegar a la casilla de “Meta”. Puede que nos hayan educado en este modelo, pero advertencia de spoiler: el coitocentrismo está muerto.
Una relación sexual plena no requiere la penetración para darse, como lo oyes, ni la relación sexual se limita a la penetración, así que vamos a cambiar esos esquemas.
Entonces, si no es la penetración ¿Qué es?
Ahí está el problema, centrarse tanto en la penetración, además de carecer de utilidad real a la hora de tener relaciones sexuales plenas, también puede ser contraproducente.
Observar la relación sexual desde una postura finalista, donde lo importante es llegar a la penetración, bien sea por poder decirle al grupo de amigos que ya lo hemos hecho, bien por quitarse el peso de la “virginidad” de encima, o bien por entender que es pasar a “lo importante”, además de ser un error puede llevarnos a no disfrutar de la relación sexual como lo que es y en su conjunto: una experiencia compartida donde comunicarnos y obtener placer.
La presión por la primera vez
Si la “virginidad” de ellas se sigue tratando como algo que mejor esperar, a nosotros se nos vende casi como lo contrario: cuanto antes la perdamos, antes podemos fardar de lo que hemos hecho, como si haber tenido un encuentro sexual supusiese un antes y después que nos hace un poco más adultos, o como si fuese un reflejo de nuestra capacidad de triunfar.
Nada más lejos de la realidad, en el sexo no hay una primera vez que valga, y la importancia que se le concede a la primera relación con penetración está completamente sobredimensionada. En la erótica, que es cómo expresamos nuestra sexualidad, lo importante es única y exclusivamente poder expresarse con libertad, y eso incluye el derecho a no tener que saber “cómo hacer” si no tenemos experiencia, y no sentir vergüenza por ello.
¡La primera vez!
Me acuerdo que en mi caso no me faltó tiempo para salir escopetado a contárselo a todos mis colegas el día que por fin lo hice.
Claro, que entre esa y la siguiente vez, en realidad pasó todo un verano, y a decir verdad, tampoco sentí que fuese para tanto, de hecho, sentí que no merecían la pena ni los nervios, ni las presiones, ni mucho menos que estuviesen justificadas las medallitas que se colgaban y que nos colgábamos al resto de chicos que ya lo habían hecho (Heteros claro, porque parece que solo era esa sexualidad la que nos importaba).
A decir verdad, no fue la primera, sino las siguientes veces cuando comencé a disfrutar del sexo. Cuando comencé a sentirme más seguro y a gusto en la intimidad con otra persona, cuando ya no lo hacía por nadie más, sino por mí mismo y porque me apetecía, cuando comencé a descubrirme, y entender que era la que me gustaba, cuando podía centrarme en mí, en el momento, y en quien estaba delante.
El sexo sano y deseado sí que es para tanto, pero para ello primero tenemos que tener claro que tenemos que conocer nuestro cuerpo, aprender a conocer otros cuerpos, aprender a estar a gusto en la intimidad y descubrirnos, y eso es algo que se logra poco a poco. ¡Nadie nace enseñado!
Así que, la próxima vez que escuches hablar de “frescas”, de machotes, de monjas, o de tardones, simplemente haz oídos sordos, cierra los ojos y escúchate: tu sexualidad, es solo tuya.
Alberto Hernández Verdú (Estudiante de último curso de Psicología, alumno de Prácticum en Eros y Psique)