Últimamente no tengo ganas de mantener relaciones sexuales; en general no me apetece “hacerlo”; ya casi nunca me parece un buen momento para tener “sexo” ¿Qué me sucede?
Si estas inquietudes rondan por nuestra mente, es posible que tengamos una disminución de nuestro “Deseo erótico” de forma puntual, o quizá tengamos una disfunción sexual llamada Deseo Sexual Hipoactivo. En 2003, Basson la definió como “Ausencia o disminución de sensaciones, interés, pensamientos o fantasías sexuales, siendo la motivación para buscar la excitación escasa o nula y teniendo presentes los cambios fisiológicos de la mujer a lo largo del ciclo vital y la duración de la pareja”.
En la mujer ésta es la queja más frecuente en las consultas, y aunque no se puede establecer con exactitud la prevalencia, pues difiere según los distintos estudios, lo que sí es cierto, es que todos coinciden en señalarla como la disfunción sexual femenina más frecuente.
Éste hecho podría ser un indicativo de en nuestra sociedad se esté patologizando a sus ciudadanos, porque el mero hecho de no tener ese “impulso” no tiene porqué ser malsano, a veces puede deberse a una falta de “estímulos seductores” que induzcan esa respuesta (por ejemplo: una pareja que nos atraiga). La excesiva “sexualización” de la sociedad, que continuamente nos está vendiendo todo a través del sexo, y en la que parece que lo que antes era prohibido, ahora es obligatorio, está produciendo además un efecto paradójico, causando la respuesta contraria, una falta de deseo, pero que nadie se atreve a confesar en público debido a la presión, porque ahora lo que está mal visto es no ser “sexual”.
Dado que el deseo sexual implica a elementos biológicos, psicológicos y culturales, las causas de su disminución pueden ser muy diversas. Desde alteraciones metabólicas, cambios hormonales, o la toma de fármacos, que estén influyendo sin saberlo, hasta problemas con la pareja, estrés elevado o estado de ánimo decaído.
En nuestro día a día es conveniente que intentemos tener algunos hábitos “erotizantes”, al igual que llevamos una dieta sana para evitar problemas de salud, eso sí, sin imponérnoslo como una obligación, sino más bien como un tiempo dedicado a nosotras/os mismas/os, para disfrutar y sentirnos bien. Algunas de esas recomendaciones son:
– Buscar la complicidad y la intimidad con la pareja, por ejemplo, contándole nuestras inquietudes abiertamente, escuchando las suyas, realizar actividades juntos distintas a las rutinarias, intentar sorprenderle, en definitiva, buscar el bienestar y el disfrute del “otro”
– Fomentar las fantasías sexuales y dejarnos llevar por ellas. Si nos cuesta fantasear, no pasa nada, pues es una habilidad que puede adquirirse poco a poco, la creatividad y la imaginación también se cultivan. Podemos empezar con lecturas de relatos eróticos, o viendo películas y luego copiar cómo funciona. Primero elijo los personajes, el lugar, y luego podemos ir montando la historia poco a poco, de ésta forma vamos aprendiendo a imaginar y crear.
– Dedicar un tiempo a la autoerótica, es decir, autoestimularnos y masturbarnos para lograr un ritmo sexual regular, pues como ya es sabido “cuánto más se duerme, más sueño se tiene”.
En cualquier caso, si siente que su nivel de deseo es insuficiente, sería conveniente que lo consultase con un especialista, porque lo que en un principio puede ser ocasional, es posible que pudiese convertirse en algo crónico con el tiempo. Por eso es necesario una buena evaluación y diagnóstico acertado, de cara a solucionar el problema.
Laura Cruz, Sexología Alicante